Domingo 31 de julio. 20 hs. Iglesia del Salvador. Padres Jesuitas.
Av. Callao y Tucumán. Buenos Aires - Argentina. 
 
Ciclo de Música Americana.

Programa Musical: 

Festividad de San Ignacio de Loyola.

Patrono de la Compañía de Jesús

Una celebración hace 250 años

Celebración Litúgica presidida por el Padre Provincial Jesuita

R.P. Alfonso José Gómez, S.J.  

Música Jesuítica Colonial Sudamericana

 

Conjunto de Música Antigua “Ars Continua”

Dirección: Verónica Dalmasso

 

Deus in adjutorium – Domenico Zipoli (1688-1726)

(Archivo Musical de Chiquitos 141)

Entonación del VI° Tono

MISA SAN IGNACIO – Domenico Zipoli (AMCh 039)

Kyrie

Gloria

Credo

Ofertorio – Domenico Zipoli

Sanctus

Antífonas para la Víspera de la Fiesta de San Ignacio (anónimas)

Fidelis Servus (AMCh 186)

Beatus ille Servus (AMCh 187)

Serve Bone (AMCh 188)

Salmo 116 : Laudate Dominum (AMCh 115)

Himno Te Deum Laudamus (AMCh 174)

 

Transcripciones : Piotr Nawrot, Verónica Dalmasso, Enrique Godoy.

 

Intérpretes: Patricia Frías, Verónica Dalmasso, Soledad Molina, Gabriela Fabre, Cristian Bonomo, Pablo Manzanelli, Matías Albornoz (Voces).

Marcos Eusebi (Violín), Julia Blugerman (Flautas), José Luis Etcheverry (Flautas), María Eugenia Basili (Cello Barroco), Mónica Fucci (Fagot Barroco),Tomás Nine (continuo – órgano), Matías Targhetta (Continuo – espineta).

EL REPERTORIO

NO HAY REGISTROS QUE SE CONOZCAN, HASTA LA FECHA, DE QUE, EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, SE HAYA REALIZADO UNA CELEBRACIÓN PRESIDIDA POR EL Padre PROVINCIAL JESUITA CON LA MÚSICA JESUÍTICA ORIGINAL DEL SIGLO XVIII. La Directora del Conjunto Ars Continua, Verónica Dalmasso, viene realizando esta misma festividad en el histórico templo de San Ignacio desde 1996, del que fuera nombrada organista; también hay registros de las Misas con música de Zipoli que fueran celebradas en nuestro tiempo en el templo de la Compañía en Córdoba.

Se intentará recrear una verdadera Fiesta de San Ignacio del Siglo XVIII. Para ello se ha tenido el cuidado en la elección del repertorio, adecuado para cada momento de la Liturgia y con fundamento en las antiguas cartas y documentos de época. Hay un lindo documento que se adjuntará al programa de la Celebración que relata la ceremonia del 31 de julio de 1755 en el Templo de San Ignacio, hace precisamente 250 años.

Uno de los tantos inconvenientes con que se encontraron los misioneros en América fue la diversidad de lenguas aborígenes; para la tarea de evangelización del continente debían comunicarse con el indígena. Este es uno de los principales motivos por el que la Música resultó tan importante durante la colonización, siendo utilizada como una poderosa herramienta de comunicación durante los siglos XVII y XVIII.

Lamentablemente, esta música sufrió una importante degradación debido al auge del romanticismo; el material fue, en muchos casos, tirado y olvidado y, tal vez, una cantidad considerable se haya perdido: muchos papeles de música fueron hallados en baños y formando parte de paquetes en los que se recolectaba la basura, además de algunas “fogatas” hechas con ellos. Manuscritos desintegrados por los insectos y partituras ilegibles muestran el resultado del paso del tiempo, lo que  dificulta su reconstrucción y transcripción.

Afortunadamente, sobrevivió material de mucho valor, descubierto recién a partir del siglo XX.

Mención aparte corresponde para el Barroco Misional, utilizado como medio de evangelización y ejecutado por los mismos indígenas enseñados por los padres jesuítas. Se buscaba el acercamiento al aborigen.

Por ejemplo, en al año 1749 llega a Bs As. un contingente de Misioneros en el que venía el Padre Florian Paucke, S.J., a quien se le encarga la música del Templo del Colegio San Ignacio en Buenos Ayres. Paucke se encuentra  con un coro de 20 negros, afinados, que tocaban algunos instrumentos pero no conocían las notas musicales e interpretaban de oído.

Dice Paucke:

“ Yo fui requerido por el Jefe del Collegio de componer una nueva misa musical con las correspondientes vísperas y ejercitar en ella a los negros.

El tiempo me pareció demasiado corto como para componer todo eso... más aún para ejercitar en ello a los negros.

Cuando ya había compuesto algo quise hacer la prueba y ver si sería posible de meterles algo en los sesos en tan corto tiempo.

Ensayé durante una semana y encontré en los morenos una gran habilidad, de modo que creí no perder mi trabajo en ellos.

Realicé en la iglesia algunos ensayos generales.

La obra se realizó en el día de San Ignacio; el obispo celebró él mismo las vísperas y al día siguiente la misa mayor, tras lo cual cruzó la iglesia exclamando en alta voz hacia el coro:

¡vivan los ángeles que hoy he oído!... y les dio la bendición por repetidas veces.”

En la zona de la Chiquitanía, al este de Bolivia, pudieron salvarse, a pesar del clima húmedo, de los insectos y del paso del tiempo, más de cinco mil papeles de música, muchos de ellos con música de Domenico Zipoli, que fueron reunidos en cuadernillos y depositados en el Archivo de Concepción de Chiquitos –Vicariato de Ñuflo de Chávez-, Departamento de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). El archivo constituye uno de los repositorios más interesantes del período jesuítico sudamericano. Actualmente, se está realizando un trabajo intensivo en la zona de las reducciones de Moxos, también oriente Boliviano.

En zonas de clima seco –por ejemplo, en el Archivo Nacional de Bolivia, en la ciudad de Sucre- los papeles se conservan en mejor estado. No se han encontrado papeles de música en territorio argentino, salvo unas pocas obras de Semana Santa en la provincia de Córdoba.

En las reducciones de Indios Chiquitos trabajaron gloriosamente durante el siglo XVIII los Padres Martín Schmid y Juan Mesner.

Schmid vio la destreza de los indígenas para todo lo musical.

“Con singular tino, escribe Peramás, descubrió el especial talento que para la música tenían los Indios Chiquitos y se empeñó en explotar esas buenas cualidades.

Abrió una Escuela de Cantores a la que llevó a los niños de voz más preciosa y de talento más señalado para el manejo de los diversos instrumentos músicos. A los que se aventajaban sobre los restantes los constituyó maestros de música de los más atrasados  o de los nuevos y así los unos formaban a los otros.”

Pasaba Schmid de uno a otro pueblo organizando así la música y el canto de todos ellos.

Gracias a los esfuerzos de este jesuita y a la cooperación que en todo momento le prestó el Padre Mesner, cada uno de los pueblos de Chiquitos contó con todos los elementos musicales con que contaban los pueblos Guaraníes; tuvieron además una fábrica de instrumentos musicales, desde los grandes órganos hasta las más modestas flautas.”

Hubo también muchos pueblos misionales jesuíticos en nuestro actual territorio argentino. Algunos de ellos conservan aún sus nombres y un importante legado patrimonial que significa un testigo vivo de esta gran obra que fue la evangelización de nuestro continente.


 
 
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